Exfoliación, alfahidroxiácidos, soluciones aclaradoras y sueros.

Para una piel perfecta, es tiempo de dar prioridad a la exfoliación y a la limpieza profunda para que tu piel luzca lo mejor posible. A continuación te decimos cómo.

La limpieza facial es clave

La suciedad, la grasa, las células muertas de la piel y el maquillaje pueden obstruir los poros y provocar ese acné indeseado. Una estrategia sencilla para eliminar esas impurezas consiste en lavar tu piel dos veces al día, una por la mañana y otra antes de irte a la cama. Fácil, ¿verdad? Lo cierto es que algunas personas olvidan lavarse la cara. Lo sabemos, tampoco dábamos crédito. Sin embargo, dado que la piel propensa al acné se irrita con facilidad, te recomendamos aplicar una pequeña cantidad de producto en las yemas de los dedos y extenderlo con un masaje suave sobre el rostro. Enjuaga con agua tibia y sécate con una toalla.

Mantén tu piel hidratada

No importa si tienes la piel seca, grasa o mixta, todas necesitan una dosis diaria de hidratación para mantenerse saludables. Los productos humectantes contribuyen a mantener la piel hidratada dejándola más suave y tersa. Si tienes la piel grasa, usa un humectante sin aceite para no añadir más brillo a tu piel. Aplica la crema hidratante como parte de tu rutina de cuidado facial después de lavarte la cara. Te bastará con una cantidad del tamaño de un guisante.

Practica ejercicio

¿Sabías que el estrés puede empeorar el acné? El ejercicio físico es una excelente estrategia para aliviar el estrés y es fundamental para mantener tu piel y cuerpo saludables. Al inicio puedes practica ejercicio 15 minutos al día, pero luego puedes ir incrementando el tiempo de entrenamiento. Solo recuerda lavarte la cara después de hacer ejercicio para eliminar el exceso de sudor y grasa que se suelen acumular en la piel. Si llevas maquillaje, retíralo antes de entrenar aplicando un desmaquillador suave. Y si tienes acné en el cuerpo o la espalda, asegúrate de usar prendas transpirables y ducharte después del entrenamiento.